Los avances silenciados del gobierno Petro que incomodan a las élites

Colombia no retrocede, despierta. Avanza en justicia social pese a bloqueos internos y un poder que teme perder privilegios ante un pueblo más crítico

Por: Stella Ramirez G.
julio 24, 2025
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Los avances silenciados del gobierno Petro que incomodan a las élites
Foto: Presidencia

No, no nos volvimos como Venezuela. Nos volvimos incómodos, críticos, insumisos. Nos volvimos pueblo despierto, dispuesto a remar contra la marea. Esa marea violenta que, como una gran ola fabricada desde arriba, ha querido derrumbar todo lo que huela a transformación, a justicia, a igualdad.

En este gobierno sí se han visto mejoras. Se han entregado miles de hectáreas de tierra a campesinos, pueblos indígenas y comunidades negras que llevaban décadas esperando justicia agraria. Se ha triplicado el presupuesto para la educación pública. El programa “Universidad en tu Territorio” está permitiendo que jóvenes que nunca soñaron con pisar un aula universitaria lo estén haciendo. En salud, el sistema dejó de girar recursos a EPS que quebraban hospitales mientras se enriquecían, y se empezó a mirar de frente a los territorios olvidados donde nunca llegó una ambulancia y así, podríamos hacer una larga lista de progresos.

Pero, ¿quién lo cuenta? Nadie. Al menos no desde los púlpitos del poder mediático, ni desde las tribunas de la politiquería tradicional, ni desde las togas y estrados que, lejos de impartir justicia, operan como trincheras de sabotaje. Lo cuentan los medios alternativos y los ciudadanos del común que todavía creen que vale la pena alzar la voz.

Colombia no retrocede, como gritan algunos con rabia contenida. Colombia despierta, y eso les asusta. Porque no soportan ver un gobierno que pone el acento en los derechos, no en los privilegios; en la equidad, no en los dividendos.

Y los bloqueos no vienen de afuera. Vienen desde adentro: desde un Congreso que archiva reformas con hambre de mermelada, desde unas altas cortes que cambian las reglas del juego para frenar los avances del Ejecutivo, desde un sistema de medios que distorsiona la realidad según la línea editorial de sus anunciantes. Desde ahí es que intentan hundir todo lo que represente una ruptura con el viejo régimen.

Dicen que todo está peor. Pero ¿para quién? ¿Para los que perdieron sus contratos amañados? ¿Para los que vivían del negocio de la guerra? ¿Para los que se creían intocables? Esos, por supuesto, están furiosos. No por lo que pasa, sino por lo que ya no pueden seguir haciendo.

¿Qué todo ha sido bueno dentro del gobierno? ¡No! Este gobierno ha tenido muchos tropiezos, equivocaciones y errores. Porque dentro de quienes han sido llamados para componerlo, la traición, la avaricia y el ego han ensuciado las aguas. Muchos llevaron consigo las mañas que otrora criticaron, pero le añadieron otro ingrediente: el quererse sentar en la silla que no les corresponde, no al menos, mientras el titular esté sentado en ella.

A ellos no les importó la verdad, les importa el poder. Pero a nosotros, el pueblo que sigue creyendo, que resiste, nos queda una tarea urgente: no dejar que nos ahogue la mentira. Porque cuando un pueblo se decide a no retroceder, ni la marea más alta puede detenerlo.

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