Los buques de guerra estadounidenses que merodean el Caribe ponen a temblar a Maduro

El despliegue militar de EE. UU. cerca de Venezuela reaviva tensiones. Petro rechaza una invasión y niega el “Cartel de los Soles”, generando polémica

Por: John Jairo Gelvis Vargas
septiembre 02, 2025
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Los buques de guerra estadounidenses que merodean el Caribe ponen a temblar a Maduro

Desde hace más de una semana, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó el envío al Mar Caribe, en cercanías de Venezuela, de un importante despliegue militar compuesto por siete buques de guerra, tres destructores, un crucero, un submarino nuclear de ataque rápido y un grupo anfibio. Este movimiento generó especulaciones en varios medios de comunicación latinoamericanos, especialmente en los colombianos, que sugirieron que Washington estaría preparando la captura del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro Moros.

Dichas interpretaciones evocaron las célebres palabras del expresidente Iván Duque, quien aseguró que “las horas de Maduro estaban contadas”, aunque ya han pasado más de cinco años desde aquella declaración sin que se cumpla tal pronóstico. La presencia militar de Estados Unidos en el Caribe no es un hecho novedoso. En 1990, durante la presidencia de Virgilio Barco en Colombia, buques estadounidenses arribaron a la región con el argumento de combatir el narcotráfico.

En aquella ocasión, llegó incluso el portaaviones USS John F. Kennedy, lo que provocó una reacción inmediata del gobierno colombiano, que defendió su soberanía y se negó a aceptar operaciones militares extranjeras sin autorización previa. El presidente Barco logró un equilibrio entre la cooperación internacional y la protección de la autonomía nacional, en contraste con la situación actual de Venezuela, acusada por Washington de ser un epicentro del narcotráfico en la región, acusación que Caracas rechaza de manera categórica. Así fue cuando Estados Unidos desplegó buques sobre el mar Caribe colombiano en los 90

En el presente, redes sociales y medios vinculados a sectores de derecha e incluso de ultraderecha difunden la narrativa de que Maduro está a punto de ser capturado. Sin embargo, lo cierto es que Venezuela ha experimentado una fuerte presión militar y política por parte de Washington, lo que ha llevado al gobierno bolivariano a desplegar fuerzas en su frontera con el fin de contrarrestar posibles incursiones o frenar la acción de mercenarios motivados por las millonarias recompensas ofrecidas por Estados Unidos.

Washington ha fijado una recompensa de 50 millones de dólares por la captura de Nicolás Maduro, 10 millones por Diosdado Cabello y 15 millones por Vladimir Padrino López. La recompensa por Maduro alcanzó un nivel inédito: ¿por qué ahora? Este contexto genera un ambiente de tensión permanente. La experiencia histórica demuestra que las intervenciones militares estadounidenses rara vez han traído estabilidad a los países invadidos. Por el contrario, suelen derivar en escenarios de desorden, pobreza y el resurgimiento de grupos autoritarios que supuestamente habían sido neutralizados. A pesar de ello, una parte de la población venezolana y sectores de la sociedad colombiana mantienen la expectativa de que la caída de Maduro implique también el fin del socialismo en Venezuela.

Frente a esta amenaza, el gobierno venezolano ha diseñado una estrategia defensiva basada en la movilización de civiles con uniformes, aunque con escasa preparación táctica. Esta medida busca inducir un error de cálculo en Estados Unidos, mostrando un frente de resistencia popular. Es común observar la participación de adultos mayores en las movilizaciones, quienes se sienten comprometidos con la defensa de la llamada “revolución bolivariana”, ya sea por sentido de pertenencia o por el temor de perder los beneficios sociales otorgados por el Estado.

Los medios de comunicación colombianos han interpretado algunos gestos del chavismo, como la liberación de quince presos políticos y el cambio en el discurso de Maduro menos confrontativo hacia Estados Unidos y más inclinado a un llamado a la unidad y la paz como señales de una posible debilidad del régimen. Sin embargo, estas lecturas suelen omitir elementos geopolíticos cruciales: el respaldo de potencias como Rusia, bajo Vladímir Putin, y China, bajo Xi Jinping. Una eventual invasión a Venezuela no solo representaría enormes costos económicos y militares, sino que también podría desatar un conflicto internacional de graves consecuencias.

En este escenario, la posición del presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha sido particularmente controversial. El mandatario ha defendido el principio de no intervención y la soberanía de los pueblos, manifestándose abiertamente en contra de una invasión estadounidense. Petro se ha convertido en el único presidente suramericano en respaldar de manera explícita a Venezuela, postura que también comparte la presidenta de México. Además, ha llegado a declarar que el llamado “Cartel de los Soles” no existe, asegurando que la verdadera estructura criminal debería denominarse “Junta del narcotráfico”, lo que ha generado fuertes debates tanto a nivel nacional como internacional. Petro niega el cartel de los Soles y habla de la Junta del narcotráfico.

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