Los catastróficos errores de la Policía en el rescate de Diana Turbay que terminaron en su muerte hace 34 años

La Procuraduría destituyó a los hombres que ejecutaron la fallida operación en Copacabana, el mismo lugar donde Miguel Uribe lanzó su candidatura en honor a su mamá

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agosto 12, 2025
Los catastróficos errores de la Policía en el rescate de Diana Turbay que terminaron en su muerte hace 34 años

El discurso de lanzamiento de su campaña presidencial, el 20 de octubre 2024, fue particularmente emotivo para Miguel Uribe Turbay. Lo hizo en la población antioqueña de Copacabana, mirando hacia las montañas en las que 34 años atrás murió su madre, la periodista Diana Turbay, secuestrada por el cartel de Medellín.

“Este es el lugar donde todo empezó”, dijo entonces en joven aspirante al recordar que allí, en la zona donde expiró su madre, él quería construir una propuesta basada en la seguridad para conseguir el favor de los electores. Una propuesta inspirada en los valores que en vida cultivo ella.

En los parajes de Copacabana ocurrió el 1991 el episodio más luctuoso de su vida. Un contingente del Bloque de Búsqueda de la Policía, fuerza de élite creada para perseguir a Pablo Escobar Gaviria, ubicó el lugar donde permanecía cautiva Diana, pero mientras procedía a su rescate uno de los captores le disparó por la espalda. Uno de los helicópteros desplegados para la operación quiso llevarla de urgencia al hospital, pero falleció durante el trayecto.

Para el coronel Lino Hernando Pinzón Naranjo, comandante de esa fuerza especial, aquel episodio representó la más triste experiencia durante su carrera y marcó su fin. Él y sus hombres fueron sancionados por la Procuraduría General, conducida en aquella época por el jurista Carlos Gustavo Arrieta.

Los otros policías implicados en la investigación

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El juicio disciplinario alcanzó también al entonces mayor Hugo Aguilar Naranjo, quien tiempo después participaría en la operación que terminó con la muerte del capo más peligroso de la historia de la mafia en Colombia y, ya como civil, se haría elegir gobernador de Santander.

Las responsabilidades, juzgadas en un ambiente de conmoción nacional, fueron atribuidas además al capitán Helmer Torres Vera, al teniente Jorge Caro Murcia y al subteniente Iván Díaz Álvarez, formados en el Grupo de Operaciones Especiales (GOES) como agentes antisecuestro.

Durante las diligencias de investigación el coronel Pinzón reconstruyó la operación y en una de ellas, sobrecogido por el dolor, lloró al explicar que el despliegue del Bloque de Búsqueda había sido planeado de manera responsable y con la consigna de resguardar, por encima de cualquier circunstancia, la vida de Diana Turbay y de otros rehenes que pudieran estar acompañándola.

En su caso aplicó el aforismo según el cual todo lo que está mal es susceptible de empeorar. Durante las acciones de inteligencia previas a la operación, el Bloque había capturado en una biblioteca de Medellín a José Humberto Vásquez Muñoz, un enlace del cartel que se ofreció a convertirse en informante.

¿Informante y secuestradores asesinados extrajudicialmente?

Vásquez, según los oficiales, abordó el 24 de enero de 1991 -día del desenlace Fatal de la operación- el mismo helicóptero donde horas más tarde moriría Diana. Desde su cabina guio a los pilotos hasta una casa finca donde se encontraba Diana. Dos días después Vásquez apareció muerto en Girardota.

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En el pliego de cargos la Procuraduría sostenía que los policiales obtuvieron la confesión del testigo y luego se deshicieron de él, algo que aquellos negaron a rajatabla. Según ellos, dejaron al informante en Medellín luego de que éste cumplió su promesa de llevarlos hasta el punto de la operación. El capitán Ávila, piloto de la nave, les dijo a los investigadores que el informante subió esposado a la nave de manera preventiva, pero que su integridad y su vida fueron respetadas.

La Procuraduría delegada para la Policía Judicial, que castigó los costosos errores de la operación rescate, consideró ilógico que el contacto del cartel no hubiera sido llevado ante la justicia y que ni siquiera se hubiera levantado un acta de su captura.

Otro aspecto que complicaba la situación es que los generales Miguel Antonio Gómez Padilla, Rafael Muñoz Sanabria y Octavio Vargas Silva, director, subdirector e inspector de la Policía Nacional, respectivamente, no hubieran sido informados. Eso implicaría que la familia Turbay tampoco hubiese sido consultada previamente sobre una operación tan riesgosa.

Las imágenes de la operación en la que murió la periodista fueron difundidas por los noticieros de televisión y los hombres que habrían podido ser los héroes de la jornada, terminaron convertidos en villanos. Transitoriamente, llegó a atribuírseles supuestas “ejecuciones extrajudiciales” tras el hallazgo de los cuerpos de los cuatro secuestrados abatidos durante los combates entre el espeso bosque de la finca La Bola, lugar del cautiverio.

Con el peso del fracaso a cuestas, el presidente Cesar Gaviria le correspondió informar de lo ocurrido a su antecesor Julio César Turbay Ayala, padre de la víctima.

Esa historia marcaría la vida de Miguel Uribe Turbay, hijo de la periodista y nieto del estadista liberal, y lo llevaría tres décadas después a Copacabana para anunciar su intención de recuperar la seguridad en beneficio de las víctimas de la violencia.

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