La muerte del expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica a los 89 años conmovió a buena parte de la política mundial. Su trayectoria, que compartió por más de 40 años junto al amor de su vida, Lucía Topolansky, lo catapultó como una de las figuras progresistas más representativas de la historia reciente.
La historia de la antigua pareja presidencial ha dado bastante de qué hablar. Lucía lo acompañó durante buena parte de su larga y famosa vida. Le prometió que estaría con él hasta su último día y así lo cumplió. Cuando la médica Raquel Pannone certificó a las 4 de la tarde del 13 de mayo que Pepe había muerto, a su lado estaba la mujer que le robó el corazón. Ocurrió en su casa ubicada a las afueras de Montevideo.
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Lucía, que era menor nueve años que Pepe, no solo estuvo con él hasta su último respiro, sino que ha liderado junto al actual presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, los cortejos fúnebres en los que despedirán al que se conoció como el “presidente más pobre del mundo” por sus muestras de humildad y justicia social.

La pareja decidió por elección propia no tener hijos. Lucía se dedicó, al igual que su marido, a construir una sólida carrera política y activista. Se conocieron en la guerrilla. Ambos militaron por varios años en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Lucía entró en 1967. Pepe ya llevaba tres años allí.
La vida de Lucía parecía ser la de una digna rebelde, pero no fue así desde el inicio. Su madre era descendiente de una de las familias adineradas del país. Tiene, además, raíces polacas por parte de su padre. Quiso ser arquitecta y se inscribió en la universidad antes de entrar a los Tupamaros, pero luego desertó y se dedicó a combatir al régimen autoritario implantado en Uruguay.
Durante la dictadura cívico-militar, fue capturada en 1970, se fugó en la histórica "Operación Estrella", pero fue recapturada en 1972. En prisión, sufrió torturas físicas y psicológicas durante más de una década. Permaneció privada de la libertad hasta 1985, cuando fue beneficiada por la ley de amnistía que liberó a los presos políticos tras el retorno a la democracia.

Una vez en libertad, Topolansky fue clave en la transición de la lucha armada a la política democrática. Junto a su compañero José Mujica, fue fundadora del Movimiento de Participación Popular (MPP), integrado al Frente Amplio. Desde allí impulsó reformas sociales y políticas con una visión de justicia e igualdad. Como guerrillera, contribuyó al financiamiento del movimiento y a la logística de varias acciones, demostrando liderazgo y compromiso. Ya en democracia, fue diputada, senadora y, en 2017, se convirtió en la primera mujer en ocupar la vicepresidencia de Uruguay.
Conocida con el apodo de “la Tronca”, por su carácter firme y su temple, Lucía Topolansky se ganó el respeto de aliados y adversarios a lo largo de toda su vida. Fue elegida senadora en varias ocasiones, llegando a convertirse en la legisladora más votada del país. En 2017, cuando Raúl Sendic renunció a la vicepresidencia, asumió ese cargo por línea sucesoria, haciendo historia como la primera mujer en ocupar la Vicepresidencia de Uruguay. Desde allí, mantuvo su compromiso con los valores del Frente Amplio y defendió causas como la equidad de género, los derechos de las personas mayores y la justicia social.

A pesar de los años y las batallas vividas, Lucía nunca se retiró del todo. Hasta el último día de su esposo, se mantuvo activa en la política y en la vida pública, acompañando las decisiones del MPP y del Frente Amplio. Su presencia, en los actos y en la intimidad de la chacra que compartían con Pepe, fue una constante. Fiel a su promesa, le sostuvo la mano a Mujica hasta su partida, rodeados de las flores, los perros y la tierra que tanto amaron. Hoy, Uruguay la reconoce como una figura esencial de su historia reciente: guerrillera, senadora, vicepresidenta y compañera inquebrantable.
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