Orlando Fals Borda, un académico rebelde que juntó la ciencia con el saber popular

Orlando Fals Borda impulsó la investigación-acción participativa, uniendo saber popular y ciencia para transformar la sociedad y construir democracia radical

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agosto 12, 2025
Orlando Fals Borda, un académico rebelde que juntó la ciencia con el saber popular

En estos días, se conmemoró el centenario del nacimiento de Orlando Fals Borda en Barranquilla, el 11 de julio de 1925. Sin duda, uno de los más destacados científicos sociales de Colombia y de América Latina. Fundador en 1959, en socio con Camilo Torres, de la facultad de Sociología de la Universidad Nacional, la primera en el país. Fue un destacado y original investigador social, alma e impulsor de un análisis crítico de la realidad de la sociedad colombiana y caribeña. Estructuró un proceso de producción de conocimiento de la realidad social, articulado a una acción transformadora de esa realidad. La suya, no era una investigación intelectualmente especulativa y “neutra”, limitada a generar un conocimiento teórico - especulativo, sino incorporada, en su construcción y aplicación, a la solución de problemas y desafíos concretos, de los cuales surge el conocimiento y a los cuales este regresa.

En ese escenario, el papel clave lo juegan los campesinos, como gestores sociales que, con sus conocimientos y saberes propios, así como con su compromiso y participación en actividades solidarias y cooperativas, de naturaleza comunitaria, especialmente en el ámbito de las veredas, promueven ese cambio. Esta aproximación ya había dado un primer resultado en 1958, con la creación de las juntas de acción comunal, concebidas e impulsadas por Fals Borda, las cuales se volverían una presa codiciada por los políticos, por ser articuladoras e impulsoras de iniciativas y emprendimientos de las comunidades; las juntas fundamentan en los espacios veredales, la voz y la presencia de esas comunidades, y que llegarían a las ciudades, a hombros de las familias campesinas que se fueron desplazando de manera voluntaria o forzada, asentándose en los bordes informales de las ciudades; urbanizándose en la marginalidad.

Así, en los años setenta, nació y se desarrolló en varios países del trópico, el sistema de análisis y acción, la investigación – acción participativa (IAP), que confrontó la rutina académica imperante. Es una síntesis de saberes académicos universales y de las experiencias de vida en comunidades concretas, que generan un conocimiento arraigado en esas realidades, en sus necesidades y posibilidades; un conocimiento construido en ese contexto social, alimentado con la empatía y la simpatía hacia los demás, que permiten entender al otro; lo contrario  de la imposición académica. Es una aproximación sentipensante a la realidad, que combina corazón y cabeza, con una actitud de observar y participar, no de imponer, a partir del respeto al otro, dándole sentido a la participación en un proceso, donde confluyen la acción y la reflexión.

 La IAP es un compromiso con el cambio social, no un simple mandato. Busca construir puentes entre el conocimiento, las herramientas tecnológicas desarrolladas y la situación específica en consideración. La comunidad y sus miembros y líderes, pasan de ser objetos de las políticas y de las acciones, a ser sujetos de ellas, generando una relación entre iguales. Es el camino para dejar atrás al viejo régimen, controlado por las clases aristocráticas; en adelante, será la cultura popular la que gobierne. Además, implica pasar del campo de la técnica, al de las vivencias, con su contexto social, lo que requiere la recuperación de la historia popular. Fals desarrolla la tarea en su investigación de La historia doble de la Costa, reforzado porsu reclamo deaprender a pensar con independencia, necesario para sembrar las semillas del cambio de la realidad vivida y de su comprensión.

Ese conocimiento de las realidades concretas no “se recoge” por medio de encuestas cerradas, sino de entrevistas, de encuestas abiertas que orientan y organizan la conversación. Y son los campesinos, en tanto que gestores sociales, con sus conocimientos y saberes propios, los promotores del cambio necesario para desarrollar actividades comunitarias, solidarias y cooperativas.

Ese era el enfoque, la aproximación de Fals a la realidad de Colombia, fundamentada en su mundo rural y en el campesinado como el centro que le da su sentido, su lógica de estructuración y su dinámica social, con sus protagonistas y conflictos. En su análisis y en su metodología investigativa, ese mundo rural es el centro, desde donde se comprende a Colombia, y donde lo urbano es asumido desde esa perspectiva, de un mundo urbano ruralizado por el proceso fundamental de la migración campesina, de desplazamientos poblacionales continuados, por la violencia y por la pobreza.

Orlando Fals plantea la necesidad de una democracia radical, cimentada en los valores fundantes de los pueblos originarios. No es importada o copiada, nace de nuestra entraña social y cultural. La democracia solo es posible, si es socialista, ni marxista ni totalitaria; no como copia de otros, sino como expresión de nuestra realidad. Es en los saberes campesinos, donde subsisten esos valores fundantes, que alimentan la producción de los necesarios conocimientos sociológicos y las soluciones a problemas concretos  

La investigación – acción participativa (IAP) como acción  transformadora de la realidad, se basa en la organización de los esfuerzos de los sujetos sociales para  constituirse  en un poder popular “de abajo hacia arriba”,  que combina conocimientos y experiencia, en el marco de una filosofía de participación, ni dogmática ni autoritaria, que origina un proceso de acción transformadora y de autoorganización, basada en el autorreconocimiento y en el conocimiento intersubjetivo, que permite el avance social y la transformación cualitativa y cuantitativa de las comunidades, donde todos sus miembros son sujetos, a partir de una dinámica de acción y reflexión; su propósito, “actuar localmente, con mirada global y avanzar hacia acciones globales, sin perder o anular lo local”.

Aborda el ordenamiento territorial, a partir de la región entendida como la formación social surgida de un proceso que es histórico y natural, abordado en la perspectiva de una concepción orgánica de la historia, que combina lo sociológico con lo geográfico, lo político y lo histórico. Las regiones son la articulación histórica de provincias que manejan sus propios recursos, para la satisfacción de sus necesidades básicas, neutralizando así la intervención gamonalista, clientelista.

Propone la figura de un Pacto Social y Político sustento de una democracia integral, de base territorial, a partir de priorizar las regiones y las provincias. Ese trabajo de construcción, desde la base, será la tarea de un movimiento ciudadano, no de un partido, que no sea impuesto desde arriba, sino expresión política de una democracia radical y de un socialismo raizal y ecológico.

Una democracia que reconozca la existencia de regiones diversas con sus distintos orígenes y sus geografías múltiples, para reconfigurar el país a partir de su reordenamiento territorial y de la apropiación de sus territorios y riquezas, por parte de las comunidades organizadas. Así se construye una democracia radical que permita “la apropiación colectiva del poder del Estado por parte de la población organizada, donde el saber popular y las tradiciones ancestrales sean reconocidas y valoradas” (Gerardo Ardila).

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