Lo que se confirma con el caso del supuesto síndrome de Asperger en Gustavo Petro, emitido por Los Informantes de Caracol, es que la imparcialidad no existe y que el enfoque a un hecho noticioso es subjetivo y por tanto a conveniencia del medio de comunicación o del periodista.
Con imágenes, sonidos y texto tu haces lo que quieres, muestras lo que quieres mostrar y dices lo que te interesa decir.
Por eso lo que un periodista hace lo debe hacer de buena fe y que no le cueste aclarar y, si es del caso, corregir.
Pero eso es tan difícil que se haga con Petro porque inmediatamente se saca a relucir el tema de "la libertad de expresión".
Pienso que en el caso de Los Informantes todo tuvo su origen en el sensacionalismo que le quieren dar a los hechos. No es la primera vez que les sucede.
La imagen y el sonido tienen su propia semántica y está determinada por la intencionalidad del medio o del periodista.
El periodista edita y determina que va y que no va, pero eso no garantiza de que sea dueño de la verdad absoluta. Y en el caso de Los Informantes convirtieron una anécdota en una bola de nieve.
Pienso que el caso bien amerita una aclaración del programa. Esto también es subjetivo, porque es un concepto.
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