Ahora que el Pacto Histórico trabaja en la elaboración de los instrumentos ideológicos, políticos y estatutarios que lo han de caracterizar como partido, uno de los aspectos que más debiera concitar el interés de sus fundadores es el relacionado con sus mecanismos de decisión.
Esta observación viene a cuento a raíz de los traumáticos acontecimientos por los que ha tenido que pasar el Pacto, casi desde su conformación, muchos de los cuales han movido a escándalo a los grandes medios de comunicación.
En casi todos, el protagonista ha sido Gustavo Petro, y las víctimas, desafortunadamente, varios de sus ministros y jefes de departamento administrativo, que han tenido que liar sus bártulos por expresa y exclusiva voluntad del jefe.
El último caso comprometió a Gustavo Bolívar. Este petrista pura sangre está ad portas de salir con cajas destempladas del Departamento de Prosperidad Social, y todo porque a Petro no le ha parecido bien que aspire a ser precandidato presidencial, pese a ser el que con más simpatías cuenta dentro del Pacto entre quienes pugnan por dicha candidatura.
Circunstancias diferentes, pero no más graves, han puesto por fuera del paisaje político a otras importantes figuras de la colectividad, pese a haber alcanzado importantes realizaciones mientras estuvieron ejerciendo su militancia, lo que no quiere decir que la hayan abandonado. Ejemplos varios los encontramos en el primero de los consejos de ministros que fuera transmitido en vivo.
Pero no nos refiramos solo a temas burocráticos. Más importantes y lamentables han sido las decisiones de invertir billonadas en equipamiento de guerra y modernización de las Fuerzas Armadas, pese a los ingentes recursos de que se carece para resolver problemas más apremiantes, como el de la salud.
Y ni que decir de la decisión de otorgar asilo político al expresidente panameño Ricardo Martinelli, contra quien pesa una condena por corrupción de 10 años y 8 meses y una multa de 19,2 millones de dólares, además de estar llamado a juicio por otros pleitos, entre ellos el de los sobornos de Odebrecht.
Es cierto que estos problemas comprometen a Petro como presidente, no como integrante del Pacto Histórico. No obstante, comprometen la credibilidad del Pacto en cuanto es a su nombre que él está ejerciendo la presidencia que hoy detenta. Comprender esta responsabilidad simbiótica que tienen los elegidos y sus partidos con el electorado es punto de partida fundamental para comprender también la responsabilidad que le atañe al partido en cuanto a lo que hacen sus miembros cuando entran en ejercicio de alguna cuota de poder. Esto hace que tenga tanta importancia lo que finalmente quede plasmado en los estatutos que se aprueben.
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