Opinión

¿Sirvió de algo la JEP?

El 18 de septiembre de 1985 (hoy hace 40 años), el fiscal Strassera pronunció los alegatos finales contra 9 de los siniestros miembros de la junta militar argentina

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septiembre 18, 2025
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El 18 de septiembre de 1985 (hoy hace exactamente 40 años), el fiscal Julio Strassera pronunció los alegatos finales contra 9 de los siniestros miembros y coparticipes de la junta militar que cometió toda suerte de atrocidades y degradaciones humanas durante la dictadura que se mantuvo entre 1975 y 1983 en Argentina, ojalá la última tras tantas de similar bestialidad en ese país latinoamericano (1930, 1943, 1955, 1962, 1966).

Los alegatos de Strassera, quien curiosamente cumplió años ese mismo día, fueron llevados de forma emocionante al cine en la película 1985 que ganó varios premios internacionales en su momento.

Con esta investigación hasta el fondo y el alegato final que se convirtió en una pieza maestra, Strassera consiguió sanciones, si no del todo suficientes respecto de los militares implicados o del todo satisfactorios para la reparación plena del periodo terrorífico de la dictadura, sí importantes para una sociedad que como toda sociedad reclama en algún momento un mecanismo de cierre, de claridad, un punto final ante la impunidad que hiere.

El caso colombiano se percibe a veces irremediablemente distinto y, por eso mismo, parece una herida que perseverantemente se infecta: los juicios se abren, se cierran, se reabren, se anulan, caducan, se interpretan, y al final nada termina o, peor que eso, todo termina pareciendo nada. La característica es la de una relación mimética que amalgama hechos, memorias y justificaciones, como la basura “indiferenciata”, aquella en la que se da la libertad de mezclar desperdicios en una sola bolsa sin obligación de reciclaje y en la que en un momento dado nada será identificable.

Ha sucedido así con los militares implicados en la retoma del Palacio de Justicia; los declarantes ante la JEP, los instigadores de masacres, los criminales que se revuelven en eso ininteligible que es la paz total, los parapolíticos y todos aquellos que de una u otra forma han protagonizado el oscuro desangre nacional.

Lo más duro si se quiere es que la memoria en estos casos deja de ser memoria y va tornándose en una vivencia constante, un fuego que no cesa.

Tras siete años de trabajo, la JEP, apenas si empieza a producir sentencias

Tras siete años de trabajo, la JEP, un sistema al que se le otorgaron competencias de la mayor trascendencia en la historia del país, apenas si empieza a producir sentencias (secretariado de las Farc y algunos otros por falsos positivos). Es posible seguir creyendo que hay en ese tribunal un trabajo interno riguroso, pero es evidente que ante el grueso de la sociedad colombiana los resultados, las verdades, las conclusiones, son difusos.

El 18 de septiembre de 1985, un año de recordación, Strassera penetró en la conciencia de muchos con palabras como estas:

“Por todo ello, señor presidente, este juicio y esta condena son importantes y necesarios para la Nación Argentina, que ha sido ofendida por crímenes atroces. Su propia atrocidad torna monstruosa la mera hipótesis de la impunidad. Salvo que la conciencia moral de los argentinos haya descendido a niveles tribales, nadie puede admitir que el secuestro, la tortura o el asesinato constituyan hechos políticos o contingencias del combate.

Ahora que el pueblo argentino ha recuperado el gobierno y control de sus instituciones, yo asumo la responsabilidad de declarar en su nombre que el sadismo no es una ideología política ni una estrategia bélica, sino una perversión moral; a partir de este juicio y esta condena, el pueblo argentino recuperará su autoestima, su fe en los valores en base a los cuales se constituye la nación y su imagen internacional severamente dañada por los crímenes de la represión ilegal.

Por todo ello, también este juicio y esta condena son importantes y necesarios para las fuerzas armadas de la Nación. Este proceso no ha sido celebrado contra ellas sino contra los responsables de su conducción en el período 1976/82. No son las Fuerzas Armadas las que están en el banquillo de los acusados, sino personas concretas y determinadas a las que se les endilgan delitos concretos y determinados. No es el honor militar lo que aquí está en juego, sino, precisamente, la comisión de actos reñidos con el honor militar. Y, finalmente, no habrá de servir esta condena para infamar a las Fuerzas Armadas, sino para señalar y excluir a quienes la infamaron con su conducta. (…)

Los argentinos hemos tratado de obtener la paz, fundándola en el olvido y fracasamos… Hemos tratado de buscar la paz por vía de la violencia y del exterminio del adversario y fracasamos… A partir de este juicio y de la condena que propugno nos cabe la responsabilidad de fundar una paz basada no en el olvido, sino en la memoria, no en la violencia, sino en la justicia…. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: ‘Nunca más”.

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