El desorden en la vida de cualquier ser humano en este planeta no depende de lo que que piense o hable, si no de sus acciones, que se traducen en hechos
He sido testigo de cómo políticos, tecnócratas, líderes internacionales y hasta curas convirtieron al lenguaje en su víctima preferida. Por el patíbulo ya pasaron “otredad”, “disrupción", “resiliencia”. O “empatía”