“Pido a Dios me muestre el camino para aprender a vivir sin ti”, exclamó María Claudia Tarazona uno de los apartes más dolorosos y conmovedores del trino mediante el cual confirmaba que su esposo, el senador y aspirante presidencial Miguel Uribe Turbay murió en la madrugada de este lunes 11 de agosto de 2025 en la Unidad de Cuidado Intensivo de la Fundación Santafé en Bogotá.
El dirigente político, de 39 años, falleció a las 1:56 de la mañana, al cabo de una lucha de dos meses y cinco días por su vida que mantuvo en vilo a su familia y al país.
El líder de la que sería una nueva generación de su partido político, el Centro Democrático, había sido atacado por un joven sicario el sábado 7 de junio mientras presidía una manifestación de campaña en un parque del barrio Modelia, en el oriente de la ciudad.

Durante este tiempo fue sometido a 14 cirugías que, en medio de dramáticos altibajos en su salud, resultaron insuficientes para controlar una hemorragia en el sistema nervioso que terminó con su vida.
“Miguel, guerrero, esta fue la voluntad de Dios. No encuentro explicaciones, pero no me queda más que asumir este nuevo dolor con fe”, dijo su hermana María Carolina Hoyos. Su vínculo filial se estrechó después de que, siendo unos niños, perdieron a su madre, la periodista Diana Turbay, secuestrada y asesinado por el cartel de Medellín en los años 90.
“Estoy segura de que nuestra mamá, que tanto te ama, te recibe con los brazos abiertos”, agregó la hermana del joven político y, en medio de su dolor, evocó la reciente muerte de su abuela, doña Nidia Quintero: “nuestra abuela, nuestra mamá de la vida, también te está esperando con ternura infinita”. Su despedida era sobrecogedora: “Con el corazón roto, pero aferrada a mi fe, me atrevo a decirte lo que jamás imaginé… Pensé que tu me despedirías a mí, era lo lógico. ¡Vuela alto, Miguel de mi corazón y descansa en paz!”.
La Fundación Santafé, donde un grupo de especialistas estuvo constantemente a cargo de la custodia de la vida de Uribe en condiciones extremas produjo un comunicado para explicar que ese equipo trabajó incansablemente durante estos más de dos meses. “A pesar de todos los esfuerzos es un triste desenlace por lo cual nos solidarizamos con toda la familia Uribe Turbay en estos momentos de profundo dolor”, dijo el médico y científico Adolfo Llinás, cabeza del equipo interdisciplinario que atendió al inmolado aspirante presidencial.
“El mal todo lo destruye, mataron la esperanza. Que la lucha de Miguel sea luz que ilumine el camino correcto de Colombia”, dijo a su vez en sus redes sociales el expresidente Álvaro Uribe Vélez, director del Centro Democrático.
El también expresidente Iván Duque se sumó a las voces de condena al trágico atentado: “El terrorismo nos arrebató a una promesa de Colombia y a un líder íntegro y transparente. Mi solidaridad con su familia y con sus seres queridos en estos momentos lamentables”.
Entre los aspirantes de esa colectividad a la presidencia hubo conmoción. María Fernanda Cabal, también precandidata y compañera de Uribe Turbay en el Senado expresó que con la partida del joven líder Colombia pierde a un hombre íntegro, con todas las capacidades y el compromiso para ayudar a construir un mejor país.
Mientras crecía la expectativa frente a la reacción del presidente de la República, Gustavo Petro Urrego, se registraban las primeras declaraciones de funcionarios y personajes del alto gobierno. La vicepresidenta Francia Márquez y la primera dama de la Nación, Verónica Alcocer, expresaron sus esperanzas en que la violencia no se entronice en el mundo de la política colombiana, en el que deben caber todas las expresiones.
Las bancadas afines al gobierno no guardaron silencio. La congresista Manuel José Pizarro, hija del también asesinado Líder de izquierda Carlos Pizarro, escribió que Miguel Uribe representaba ideas distintas a las suyas, pero que su voz debió ser respetada en el escenario democrático. “Minorías apátridas siguen asesinando, solo entienden el lenguaje de la violencia y buscan influir en los destinos de la nación con golpes de sangre”.
El alcalde Bogotá, Carlos Fernando Galán, suspendió la agenda que suele comenzar en horas de la madrugada para reflexionar sobre el hecho en sus redes. “Miguel -escribió- fue un gran ser humano, un líder honesto y valiente, un político con verdadera vocación de servicio. Me duele y lamento profundamente su muerte”, escribió. “A pesare de su propia tragedia -recordó el alcalde- Miguel dedicó su vida a luchar por un país en paz y así será recordado. Su asesinato debe ser un punto de quiebre para Colombia. No podemos aceptar la violencia en nuestro país. No podemos permitir que los violentos, una vez más, pongan en riesgo lo más profundo de nuestra democracia, que tanto tiempo nos ha costado construir y mantener. No solo acaban una vida y destruyen una familia, sino que atentan contra la democracia misma”.
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