Una pequeña veterinaria le ganó a la poderosa Vaca Que Ríe

El famoso parador con más de 60 años de existencia en la ruta Bogotá-Girardot no pudo atajar a los dueños de La Mascota Que Ríe que lograron registrar su nombre.

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agosto 20, 2025
Una pequeña veterinaria le ganó a la poderosa Vaca Que Ríe

El gerente financiero del famoso parador La Vaca que Ríe utilizó todas las herramientas legales con las que contó para evitar que un negocio en Bogotá pudiera registrarse como La Mascota que Ríe. Sin embargo, no lo logró.

No valió la tradición de casi 60 años en el mismo lugar en la ruta que comunica a Bogotá con Girardot pero que incluye muchos municipios aledaños ni los argumentos frente a la Superintendencia de Industria y Comercio sobre el riesgo de confusión y con ello evitar la autorización de registro de marca. Aunque los negocios son completamente distintos porque La Mascota que ríe está orientada a la venta de productos fue inútil el pataleo legal frente a la veterinaria que busca vender productos para mascotas como juguetes para perros o gatos.

El grupo detrás del parador es Alimentos Ríe, representante legal Jairo Cataño Gómez, y está autorizado para la comercialización de una variedad de productos lácteos. En consecuencia, el nombre es invaluable, producto del prestigio de la calidad y de un camino recorrido durante las casi seis décadas.

Empezaron con tres cantinas de leche de las que salían la variedad de los productos que un puñado de empleados, entre ellos, un campesino emprendedor de Choachí, Luis Alfonso Reyes, y un caleño que habían encontrado una receta única para el queso hilado doble crema. Los dos emprendedores además de la receta eran dueños del local situado en un punto estratégico. 

De a poco el proyecto comenzó a crecer y tomó un logo muy sencillo, una vaca que ríe. No fue el único cambió, el gusto por el queso se amplió y la tienda comenzó a ofrecer postres. A los clientes no les bastó estos productos para picar y comenzaron a solicitar almuerzos. Con el boom de las ventas se amplió la sucursal y de una cabaña de madera se pasó a un parador con varios metros cuadrados donde pueden parar 2000 visitantes en un día y ofrecer más de 2500 tipos de dulces. Con uno de sus principales activos el nombre La Vaca que Ríe, que es defendido con esmero.

Cuando los abogados de la Vaca que Ríe se enteraron del registro del nombre La Mascota que Ríe levantaron una queja en la Superintendencia de Industria y Comercio, alegando la posible confusión pero la SIC en cabeza de Cielo Ruisinque no les dio la razón. Encontraron que aunque hay similitudes en el nombre las diferencias son  notables con lo cual el riesgo de confusión era mínimo y dieron el visto bueno a la veterinaria.

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