Joaquín Satizábal Caicedo pasó 38 de sus 59 años al timón de la ambulancia del Hospital del Rosario de Ginebra, en el Valle del Cauca.  Durante 20 fue voluntario en el corregimiento de Costa Rica, con el grado de subteniente y donde hacía parte del Consejo de Oficiales. “Asistía sin falta”, comenta William Morales, el comandante de la institución al extrañar su ausencia el último mes.

Satizábal fue un valluno raizal que hizo sus primeros estudios en Ginebra, de donde era oriundo, y después cursos de capacitación que el hospital le ofreció para adiestrarse en la atención de las emergencias propias del trabajo de la ambulancia.

Los últimos siete años de su vida los pasó al lado de Stella Arias, quien lo recuerda como un hombre muy alegre que nunca se dejaba llevar del mal genio, que gozaba las fiestas, adoraba “la música vieja” y gustaba de tararear su favorita “Pagué con lágrimas” del autor argentino Argemiro Jaramillo, el poeta del despecho. Lo demás era el fútbol de “la mechita” el América de Cali, y el amor por su madre, Miriam Caicedo, con quien vivía.

La causa de su contagio con COVID-19 está en investigación, pero según la propia versión de Satizábal en su lecho de enfermo, se habría contagiado en alguna reunión social fuera del municipio. En el Centro Médico Imbanaco de Cali falleció el 12 abril